Ok. Pasó lo que tenía que pasar y después de varias horas de reflexión en TV y otras cuantas líneas más de análisis en la prensa, llegó mi turno para hablar de Leonardo Farkas y su aporte a la Teletón.
Mal por la Teletón pues, qué quieren que les diga. A estas alturas de la vida todos sabemos quién es, qué es lo que pretende y cuánto calza el empresario minero, ex ¿músico?
Claramente lo suyo es la fanfarronería, disfrazada de buen samaritano (CQC) y todo lo que quieran, pero fanfarronería al fin y al cabo. Ahora bien, que el tipo le raspa los cachos a un montón de empresarios, se los raspa y bien raspados, aunque dudo que por mucho que siga en esa línea, los tipos estos jamás van a dar su brazo a torcer. En fin.
Hay otro punto que se mencionó de paso, cuando la música para irse a comerciales llevaba un minuto sonando en la mesa de Tolerancia Cero. Las comunas que más aportan a la Teletón son las que comúnmente podemos llamar de Plaza Italia para abajo, es decir, la gente que necesita para cualquier otra cosa más urgente la luca que fue a donar al banco.
Las empresas que se enjuagan la boca con sus magnánimas donaciones no hacen otra cosa que traspasar parte del aumento de sus ventas por el hecho de estar presentes en la campaña, algo que a la larga es lo mismo que done la gente, el consumidor en este caso.
Además, si ponemos en la balanza lo que significa estar rotando en todos los canales abiertos del país el spot de tu marca, con rostros importantes (Don Francisco y los demás, pero rostros al fin y al cabo) por más de 27 horas consecutivas, es harto poco lo que en realidad aportan las empresas.
Para colmo, la aparición de Nazar y Farkas hace mucho más cuestionable el aporte de las empresas. Si entre dos personas -multimillonarios y todo lo que quiran, pero dos personas al fin y al cabo, sin ninguna marca detrás suyo- son capaces de aportar más de la mitad de la plata que aportan las empresas que durante un mes bombardearon los medios con su acto de generosidad, estamos en un escenario por decir lo menos complejo.
Ojalá que se den cuenta y que se modifique de alguna manera el sistema. No me parece sano ni justo que se siga jugando con la sensibilidad de la gente y sobre todo con los niños discapacitados, cada cual con una historia más atroz que la siguiente y todo para sacarle un par de lucas más al bolsillo de la señora Juanita.
FOTO: EmolEtiquetas: Actualidad