Acosta renunció. Fiel a su costumbre, campechana casi, la conferencia de prensa fue bien emotiva. Con ojos húmedos, el técnico dijo: "Por respeto a Harold y su directiva, y sobre todo por el bien de nuestro fútbol y la selección, a la que yo quiero mucho... no sé si los demás. Me tienen una ventaja... nacieron aquí. Yo adquirí la nacionalidad porque estaba convencido y creo que en estos 10 años que he estado en la selección siempre ha quedado algo en la historia. No es algo que haya perdido".
A lo que agregó: "Dejé en dispisición de libertad a la directiva. Me retiro de la selección y ellos pueden ahora elegir con tiempo quién me va a suceder".
Después, se paró y abrazó a Harold Mayne-Nichols quien tiene, y nunca está mejor dicho, la pelota en sus pies. Sólo tiene que hacer el gol. ¿Cuál es ese gol? Borghi, obvio. El técnico del pueblo, de la prensa y hasta de los jugadores (si vamos a parchar a Colo Colo, quién mejor que él para sacarle trote al equipo). Aunque, ojo, la opción de Raúl Toro no es descabellada.
Bueno, se cierra una página y se abre otra. Nelson Acosta ya fue. Fue el que nos clasificó al último mundial y el que ganó la única medalla olímpica que tiene nuestro fútbol. No quiero decir que con esto sea bueno y haya que recontratarlo. No. Sólo apunto el dato estadístico, que para algunos, pesa. Y harto.
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FOTO: La Tercera
Etiquetas: Copa América, Fútbol
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