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Ennio Morricone en Vitacura no sólo pasarán a la historia como uno de los espectáculos más importantes y valiosos del año, sino que también como uno de los
bochornos más grandes que hayamos vivido como ciudadanos.
Celfin, la empresa encargada de traer al talentoso músico, probó de todo lo que tuvo a la mano y así no más le fue. Primero, pensaron ellos, a través de Internet y después, debido a la alta demanda por las entradas, dejaron de lado el mundo virtual para entregarle en sus manos dos entradas a quienes así lo quisieran.
Lo que la gente de Celfin nunca consideró fueron los paracaidistas de siempre, los aprovechadores de turno, la
gallá que siempre está y estará
a la güaite de oportunidades como esta ¿para qué? Para lucrar, ganarse un par de luquitas fácilmente, a costa de quienes de verdad sí querían ver a Morricone pero gratis.
Hablo de la misma gente que va a retirar entradas para la Teletón y las vende, la misma gente que se hace pasar por indigente en el invierno para sacar una frazada más de la Onemi, de la gente que vende muestras médicas, la gente que escribe más de cien cartas al viejo pascuero y las lleva al correo, de la que saca más leche de la que debiera sacar en los consultorios... de esa gente hablo.
Una lástima porque,
como ya se comprueba, quienes se quedaron con las ganas de ver y sobre todo oir al italiano deberán desembolsar los esquivos billetes de marzo, aunque si me permiten un consejo, yo no haría tal. Sería darles el amén a estos tipos, decirles que la están haciendo de oro y que para la próxima vayan y hagan lo mismo. No pues, así no es la cosa.
Foto: UPI en CooperativaEtiquetas: Actualidad, Música