SOBRE LA PÍLDORA
Published viernes, julio 17, 2009 by Jorge Enrique Díaz Pérez | E-mail this post
Seguí con devoción digna de mejor causa el intenso debate parlamentario sobre la píldora del día después. En Twitter la cosa ardía y estuvo bien que así fuera. No sé, me quedé con la impresión de que esta polémica era como el estelar de fondo en una velada boxística y, a consecuencia de ello, todo el mundo estaba con un ojo en Valparaíso.
Más allá de lo impresentable de algunos argumentos (resquicios) parlamentarios para que se suspendiera el debate, lo que me parece pertinente señalar es que el problema -a mi juicio por lo menos- no pasa por un asunto valórico ni de salud pública sino por un problema de igualdad de oportunidades.
Ahorrémonos la discusión sobre si es o no abortiva (yo me apego a lo que dice la OMS y, en ese sentido, entiendo que no lo es) y vamos a la práctica. La niña que fue violada por su padre o padrastro (¿y así quieren que vaya acompañada por un tutor?) en una población periférica no puede acceder a las famosas píldoras, cosa que sí puede hacer la niñita bien, que se dio un gustito y pasó una noche de lujuria en el mismo auto que le regaló el papá ¿se entiende?
Si de verdad queremos ser una sociedad moderna, desarrollada y todo lo demás no nos quedemos sólo en las autopistas, los edificios inteligentes, claves secretas para las tarjetas de crédito y todo lo que ya sabemos. El tema de fondo pasa por igualar las oportunidades de todos o, por lo menos, de no ponerle más trabas a los que de partida, ya nacen con un lastre muy pesado para poder avanzar. He dicho.
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