MI VIDA CORRIÓ PELIGRO
Published miércoles, diciembre 20, 2006 by Jorge Enrique Díaz Pérez | E-mail this post
Salí medio atrasado, así es que no filtré (como suelo hacerlo) la micro que tomé. La primera que dijera Alameda me subía y así fue. Mal hecho.
Iba llena, me subí apenas y el chofer, un pendejo de no más de 20 años que ni siquiera estaba uniformado, decía insistentemente: "Avancen por el medio, atrás la máquina está vacía". Lo acompañaban su pierna sentada sobre el camello -que es como se llama a la parte que cubre el motor en las micros antiguas- y la infaltable pachanga, a todo volúmen por la radio. Un clásico.
El tipo se fue casi siempre por segunda fila. Franaba de repente, seco, sin anestesia. Peleaba con los choferes de las micros del costado (haciéndose el lindorfo con la mina, claro está) y de vez en cuando le tiraba una encerrona a los autos.
Pasó más de una luz entre el amarillo y el rojo y cuando dobló en Portugal con la Alameda, le echó la micro encima a un auto deteniéndose justo al medio del cruce para mirarlo por el espejo e increparlo no sé por qué.
Huelga decir que el timbre de atrás estaba malo, que los golpes y los gritos de los pasajeros para bajarse fueron la tónica y que, por suerte, me bajé sano y salvo.
Tenía la intención de anotarle la patente, pero ni siquiera eso tenía pintado (como lo exige la ley) en la parte posterior de la carrocería. Lo que sí leí, a un costado de la máquina primero era "Primer lugar 1/4 de milla" y, en el parachoques trasero: "cuidado... soy virgen".
No sé si reírme o ponerme a llorar...
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