Hoy, mientras leía
Periodista Digital me encontré con el
artículo, que, a su vez, vinculé con otro, aparecido en
LUN y que, en resumen, hablan de la utilización de rostros o personas conocidas y destacadas profesionalmente, con fines publicitarios.
El problema o el tema de fondo no es la utilización de actrices como en el caso de las grandes tiendas para la campaña escolar 2006, sino de periodistas, bellas periodistas, como Soledad Onetto y Macarena Pizarro (en las fotos) con fines similares.
Según el
Colegio de Periodistas de Chile, "ningún periodista podrá introducir en el medio de comunicación en que trabaja, mensajes que favorezcan a la empresa, persona o institución para la que realiza simultáneamente labores de relacionador público, asesorías o similares". Ya, Ok.
Lo anterior tendría más validez e importancia si el colegio, como sucede en otros casos como con los médicos, por ejemplo, tuviera un peso mayor. De hecho, una de las involucradas, Macarena Pizarro,
despotricó contra el organismo y su presidente (su compañero de trabajo en Chilevisión Alejandro Guillier) en una reciente entrevista radial.
Desde las clases de ética en la universidad que se nos viene diciendo lo mismo y, a la luz de las pruebas como los casos de
Almacenes Paris y
Ripley, no pasa nada o no se nota que pase mucho, que es lo mismo.
Para otros colegas con algo más de carrete en el cuerpo, como Fernando Paulsen por ejemplo, el tema es claro "No puedo dar mensajes equívocos a la gente. No puedo decir ‘créeme que lo que te estoy diciendo es cierto’ y, por otra parte, decir ‘créeme que este producto es bueno". Mauricio Hoffmann, de Canal 13, opina más o menos igual: "¿Qué pasa cuando hay noticias que ponen en conflicto a la empresa? ¿O cuando se dan a conocer las ganancias de la compañía? Ahí se piensa que el periodista está haciendo propaganda a la empresa que le paga. En ambos casos, el daño es el mismo".
Los españoles, a través de la Federación de Asociaciones de la Prensa, lo tienen igual de claro: "A fin de no inducir a error o confusión de los usuarios, el periodista está obligado a realizar una distinción formal y rigurosa entre la información y la publicidad. Por ello, se entiende éticamente incompatible el ejercicio simultáneo de las profesiones periodísticas y publicitarias".
De hecho, por eso no es censurable lo que hace Sergio Lagos con
Falabella, porque Lagos no se dedica a leer noticias, sino a conducir programas y, ahora último, hasta festivales. El conflicto nace cuando es la misma persona quien informa y quien vende.
De acuerdo a los datos entregados en el artículo antes referido, la tentación es fuerte (80 millones de pesos al año, por lo menos para mí lo es) y así surge el dilema, la shakespereana pregunta.
Para echarle más pelos a la sopa, TVO despidió a Pamela Jiles por razones políticas (que parecen ser más importantes que las económicas), lo que también ha generado un nuevo
foco de discusión.
¿Quién tiene la razón? ¿Qué se debe hacer en éstos casos? ¿Alguien puede arrogarse el derecho de blandir la espada de la verdad y de lo correcto en éstos casos? Uf! Les dejo las preguntas planteadas.