JILES VERSUS PAZ
Published lunes, febrero 20, 2006 by Jorge Enrique Díaz Pérez | E-mail this post
La cosa va más o menos así. Sergio Paz, periodista y columnista de Wikén (la sección se llama Déjenme en Paz) publicó lo siguiente:
¿Qué te pasó Pamela? Pamela Jiles, también periodista y directa aludida en éste caso, quien además tiene un exquisito
pasado epistolar -basta recordar su intercambio postal con Santiago Pavlovic a través de The Clinic- respondió lo siguiente:
Señor Sergio Paz: Publicó usted una columna en que se dirige a mí con extrema familiaridad, a pesar de que no hemos sido presentados. Señala allí que mi presencia en el programa SQP es “una pena, una lata, un despropósito” y se pregunta: “¿es Pamela Jiles la última baja en una generación que pensamos jamás se vendería?” Sé poco de usted salvo que es un regalón del establishment y empleado de El Mercurio. Tengo la sospecha de que el motivo de fondo de su columna es comunicarle al país que estuvo usted presente en el funeral de José Carrasco, donde dice haberme visto por primera vez.
Ocurre que cuando asesinaron a nuestro compañero José Carrasco -nuestro digo, refiriéndome no a usted, por cierto, sino a quienes compartimos sus convicciones y sus luchas en relación a la libertad de expresión- yo no estaba en Chile. No pudo verme allí. Como tampoco lo vi jamás en las incontables manifestaciones de esos años en las que pedíamos respuesta sobre los periodistas presos, torturados, perseguidos, detenidos-desparecidos. No lo vi nunca en las protestas por las violaciones a la libertad de expresión a las que acudíamos un puñado de colegas cuyos rostros son inolvidables, a pesar de que éramos golpeados, mojados por el guanaco y encarcelados, cuando no asesinados a mansalva por el sólo hecho de exigir el más sagrado de los derechos para un periodista.
No recuerdo haberlo divisado a usted cuando yo trabajaba “en alguna de esas revistas de papel roneo”, en sus palabras, en las que hacíamos periodismo en medio de una dictadura feroz, mientras otros muchos servían al dictador o , en el mejor de los casos, guardaban un silencio cómplice. Si todos aquellos que hoy intentan disfrazarse de demócratas y luchadores antidictatoriales hubieran estado allí, el retorno a la democracia no nos habría costado tantos muertos, personas valiosas a las que no olvidamos, a pesar de que el sistema quisiera que no fueran siquiera nombrados. En este punto debo reconocer que ha logrado usted algo inédito: que la revista en la que trabaja dedique unas líneas a esta periodista. Hasta aquí mi nombre no se pronunciaba en ese medio. Ni usted ni Wiken dijeron ni pío en la serie de despidos de los que ha estado plagada mi vida profesional, siempre por el mismo motivo: no dejarme censurar.
Estoy al tanto de que hay quienes –como usted- preferirían verme lejos de la televisión. Es coherente que los que me han sacado de pantalla cada vez que les ha sido posible, los que han callado cuando un colega es injustamente perseguido y condenado al aislamiento y al olvido, sean los mismos que cuestionen hoy mi porfiada presencia en los medios de comunicación. Me doy cuenta que debe ser desesperante que vuelva a aparecerse alguien que ha estado colgando de la industria durante quince años… y que no termina nunca de caer. En eso consiste justamente mi pequeño triunfo. Sobreviví y estoy presente, haciendo el periodismo en el que creo.
En este largo y difícil camino no escatimo recursos profesionales, no menosprecio géneros ni minusvaloro espacio alguno. A pesar de que como usted señala “podríamos tener a Pamela en algún programa periodístico, o en algún panel interesante de conversación, pero no, ahí está ella parando la olla”, he trabajado en canales que no ve nadie, he ejecutado tareas de alumna en práctica teniendo más de veinte años de profesión, he debido exponerme a que personas como usted me juzguen y me denosten.
Por lo mismo valoro especialmente el gesto del equipo de SQP de convocarme a trabajar con ellos en cuanto fui despedida de un canal de televisión por ejercer mi derecho de expresión ciudadana. Aprecio en toda su magnitud que el canal del señor Sebastián Piñera, candidato de una campaña distinta a la que yo adherí, me haya ofrecido un trabajo digno y decente. Eso habla muy bien del concepto que el señor Piñera, los ejecutivos de Chilevisión y los responsables de SQP tienen del ejercicio periodístico libre. No estoy allí “parando la olla”, ni “sumando horas en pantalla”, ni “por ambición”, ni por “hambre de tele”, ni “por plata”, ni “por fama”. En SQP me he encontrado con colegas jóvenes que me han acogido generosamente y me permiten ejercer mi oficio en un ambiente de absoluta tolerancia, libertad y diversidad.
Eso es mi vida, señor Sergio Paz: hacer periodismo con entrega y rigurosidad, como se hace en ese espacio. Cada día voy a trabajar con alegría, acompañada por mis muertos que me inspiran, armada solamente de valor, orgullosa de haber estado donde debía estar en los tiempos duros, asumiendo sin queja los altos costos de ser trasparente y leal a mis principios, devota de mi profesión y confiada de que vendrán tiempos mejores. ¿Puede usted decir lo mismo? Periodista Pamela Jiles.¿Qué dirá el otro?