PUEDEN COMENTAR ACÁ TAMBIÉNEsta noche comienza otra vez. La
enésima versión del que se jacta ser el festival más importante de latinoamérica iniciará su inevitable presencia nuevamente esta noche. Nunca he ido, pero igual no más, atraído por ése magnetismo propio del mega evento, termino orbitando como un satélite más en torno al festival.
Me acuerdo de los festivales de
antaño. Me acuerdo de los apuros en la micro para llegar a ver el festival. Me acuerdo de la paralización nacional que se producía (y, en cierta manera se produce) a propósito del show estival. ¿Mucho? No tanto.
Grupos como The Police, Faith No More, Duran Duran, INXS, Roxette y los inefables Backstreet Boys; Soda Stereo, Fito Páez, Charly García, Los Prisioneros, Lucybell y La Ley (si los prefieren en español); baladistas como Julio Iglesias, Luis Miguel, Montaner, Arjona, Emmanuel, José Luis Rodríguez, Camilo Sesto (en la foto), Dyango, Perales y clásicos como Pavarotti, Jhon Denver, Gloria Gaynor y Ray Coniff entre una larga lista de las que se quedan afuera figuras tan disímiles como Los Jaivas o La Oreja de Van Gogh, por ejemplo, han pasado por el escenario viñamarino.
Cómo olvidar a la alcaldesa Eugenia Garrido, el papelón de Platón Humor, la canción de Gabón, "Lunita dame platita, lunita dame chiquita", el burro de Sergio Feito meándose en el escenario, la frase del Puma "a veces hay que escuchar al pueblo" ¡y en plena dictadura! ¿cómo, ah?
Ahora la cosa es distinta. Se inventó eso de la Gala, se chacreó eso de la Reina (Celia Cruz, Q.E.P.D. fue dueña del cetro en una oportunidad) y la silicona y las platinadas de última hora, estilo Luciana Salazar por ejemplo, han secuestrado el glamour de antaño. Y eso que la importación de carne argentina está prohibida.
Ahora la cosa es distinta. Desde el canal organizador hacia el resto, se mira por sobre el hombro. Se pelea, literalmente se pelea combo a combo por una cuña en el aeropuerto, a la salida del hotel, a la bajada del escenario. Too much.
Desde la trinchera rival, de capitán a paje, como obedenciendo un memo interno, todo lo que haga o digan en el otro lado es malo. Así, vemos a Ricarte Soto despotricando contra el "carnaval de Viña del Mar" como si estuviera atacando el intervencionismo norteamericano en Irak en el plenario de las Naciones Unidas.
Canal 13 no lo hace mal y deja la pelota dando botes en el área. ¿Qué aporta José Feliciano o Juan Luis Guerra después que se había hablado de Jamiroquai y de Simple Red?
Para colmo, Víctor Gutiérrez (quien goza de todos mis respetos profesionales)
golpeó la mesa hablando de contratos inflados y recortes groseros en los contratos como en los mejores tiempos del Colo-Colo de Vergara y Dragicevic.
La verdad es que el chabacanismo, la vulgaridad y la grosería barata (me refiero a Yerko Puchento con un cinturón de dinamita -¿qué dirán los judíos residentes sobre la imagen aquella?- o a las descalificaciones de la Marengo contra la no sé quién -"negra de mierda", creo que dijo-, por ejemplo) me tienen harto.
La opción es simple y gracias a Dios existe el cable y el fútbol (la
Copa Libertadores está de pelos, lo mismo que la
Champions League). Sin embargo, no deja de saltarme una pregunta... ¿Y si exportamos el festival?