Hasta el miércoles 5 de noviembre de 2003, la imagen de los homosexuales en nuestro país era más bien lúdica. El estereotipo del gay chilensis era el típico personaje cómico, de hablar siútico y sonrisa fácil.
Esa representación vino a reforzarse durante varios años a través de la imagen del siempre polémico Yerko Puchento, el personaje de Daniel Alcaíno, quien ha venido a ser una especie de persona no grata dentro del ambiente de la televisión y la farándula criolla.
Sin embargo ello, gracias a la trascendencia e importancia que logró la teleserie Machos, los homosexuales chilenos tuvieron un nuevo referente. Se empezó a hablar de los gays como personas normales, comunes y corrientes, capaces de relacionarse con la comunidad heterosexual sin inconvenientes y hasta desapercibidamente.
En efecto, Ariel, el personaje que interpretó Felipe Braun, vino a demostrar que Chile cambió su percepción sobre los homosexuales, sobre los maricones. Incluso, este apelativo muchas veces usado peyorativamente, se trasladó hacia el significado menos hiriente y más coloquial.
La pregunta del millón es lo que pasará mañana jueves 6 de noviembre, después que el mote de gay cayera sobre el juez Daniel Calvo, a cargo de la investigación en el llamado Caso Spiniak.
Sí. Según un homosexual reconocido como tal (de nombre Sebastián Rodríguez), el magistrado era uno de los clientes regalones de su sauna, un eufemismo para mencionar el lugar que muchos hombres de su misma tendencia para tener clandestinos encuentros sexuales.
Con la cabeza en alto y atropellando las palabras de su escrito, como queriendo pasar lo más rápido posible el trago amargo, el juez reconoció ante las cámaras y la opinoón pública, que efectivamente asistió a este lugar.
Surge así la tremenda paradoja de esta nueva e impresionante arista del caso que terminará por adueñarse de las páginas más sórdidas de la historia policial chilena. Los cojones, huevos o pelotas… el valor en definitiva, que tuvo el juez Calvo para enfrentar este caso ante todo el país y sobre todo ante su esposa y cinco hijos, vienen a dar cuenta de una nueva categoría de gays, los que se desempeñan en los más altos niveles del estado y, lo más importante e impresionante del caso, los que, de no mediar lo que se llama un golpe periodístico, caminan todos los días a nuestro lado, sin darnos cuenta y ni siquiera sospechar.