I LOVE PAPUDO
Published martes, septiembre 28, 2004 by Jorge Enrique Díaz Pérez | E-mail this post
Los escasos kilómetros que separan Santiago del tradicional balneario de la Quinta Región son suficientes para dejar atrás la rutina, los tacos, el ruido y el aire contaminado de la capital para, en cambio, sumergirse en la paz y tranquilidad del pueblo costero, la calidez de sus noches y las bondades de su gastronomía.
No es necesario que les describa con más detalles el congrio frito que me comí, o la corvina a la plancha que degusté del plato de mi polola, basta con decir que estaban deliciosos. Tanto o más que el paseo por la playa, un solitario paisaje del que nosotros éramos los protagonistas exclusivos, ya que para la gran mayoría de los papudinos, la tarde era más provechosa dentro de sus casas.
Las casas de Papudo son todo un tema. Castillos espectaculares, señeros mirando la costa como desafiando al mismísimo Poseidón. Si a ello le sumamos el buen cuidado de sus fachadas, tenemos una postal que nada tiene que envidiarle a la mejor que se pueda obtener del mediterráneo.
No exagero. Papudo está hecho, sobre todo en estas fechas, para lo que los urbanos llamamos "cargar las pilas". La inversión no es tanta y, se los prometo, la rentabilidad es igual o superior a la de las isapres.