Lo sé, lo sé. No hay necesidad de decírmelo. Entrar a discutir, no creo que la palabra adecuada sea dialogar, con el columnista de El Mercurio, el último bastión del Régimen Militar como les gusta decir a sus fieles seguidores, los que lo alabaron en Casapiedra, por ejemplo; es un soberano acto de impdroductividad y, en definitva una pérdida de tiempo. Lo sé, pero esta vez el caballero me hizo pisar el palito y me motivó para escribir estas líneas.
Resulta que el señor Pérez de Arce propone, así como suena, construir "un gran monumento, financiado por suscripción popular de los demócratas agradecidos, que personifique a los cuatro miembros de la Junta de 1973, y bajo la bota de uno de ellos, específicamente Augusto Pinochet, una hoz y un martillo quebrados, como señal de liberación para Chile y buen augurio para el resto de la Humanidad". Plop! Vamos por partes, como dijo el descuartizador.
La fundamentación teórica de dicho monumento cuya ubicación -me adelanto a los hechos y te estoy ayudando Hermógenes- no podría ser mejor que el jardín de tu casa, o el mismo lugar, pero en la calle Los Flamencos, en La Dehesa -ésa también es tu casa, allí entras como Pedro por su casa, ¿o no?- es que el día 11 de septiembre de 1973 es la efeméride más importante después del 18 de septiembre, para todos nosotros los chilenos.
Sé que el argumento no es nuevo y que, sobre todo para cuando el octogenario general estaba pagando culpas en Londres, se escuchó decir lo mismo, pero de dueñas de casa aburridas, viejas histérticas cuya principal preocupación es jugar bridge, sacarse fotos para las páginas sociales del El Mercurio y echarle bencina a la 4x4. Nunca creí que una persona que se supone de cierto nivel intelectual cayera en este tipo de argumentos colindantes con el fanatismo patológico, propio de los musulmanes kamikazes. En fin, ése es el argumento.
Lo otro que me llama poderosamente la atención es la frase "demócratas agradecidos". Uf! La confusión de conceptos es grave. Para quienes hemos estado en la oficina del abogado, sabemos que la luz natural y la entrada de aire fresco no es la principal característica del lugar, así es que como recomendación Hermógenes, no te vendría mal una ventana accesoria. Digo yo, para ver si el ambiente exterior te saca de ese enfermizo enclaustramiento. ¿Cómo es eso de "demócratas agradecidos"? Eso, hasta donde sé, es un oximorón. Es decir, si asumimos las condiciones del Régimen Militar (ojo que no estoy diciendo dictadura), no veo por dónde está lo democrático. Ergo, no podrían existir demócratas agradecidos. ¿O no? Como le dicen al personaje de una tarjeta de crédito, quien le pega una patada "a la medallita" a un jugador rival en un partido de fútbol... ¡Te pasaste!
Por último, y esto es lo más importante de mis dichos, no hay necesidad de pedir una suscripción popular. Según he leído en los mismos diarios que tú, Hermógenes, el general Pinochet, la persona que tanto idolatras, por quien te has sacrificado como un fiel escudero se sacrificaría por su caballero, por quien te has ganado los insultos más gratuitos mientras vas al cine o, simplemente, mientras conduces tu Mercedez Benz; Pinochet, te decía, es un ladrón más, tanto o más ratero que aquellos que se dio el lujo, con un caraderajismo gigantesco, de criticar mientras estuvo sentado en La Moneda.
Sí, estimado Hermo, ¿Te puedo decir así? No es necesario seguir pidiendo plata, ya está claro que el "tata" no es ni tan pobre ni tan noble como lo pintaron para traerlo de vuelta de Londres. Es un viejo fresco como tantos, aunque con una agravante especialmente importante en el mundo militar. Es un viejo cobarde. Y ojo que no lo dije yo, no es tan serio que lo haga, lo dijo el general Contreras, su alfil mientras gozaron del poder, y quien es tanto o más fresco o cara de raja que Pinochet, pero al menos, en esta pasada, es honesto y consecuente.
¿Sabes que, Hermo? Te propongo algo distinto. No juntes plata para un monumento, hazlo pero para financiar el mausoleo de Pinochet. Trata de que sea bonito, acorde a sus cartolas en el Riggs. No sé, con escaleras de mármol italiano por lo menos. Trata que quede en un lugar aislado, donde sea difícil llegar, donde -por lo menos- sea caro llegar, porque te aseguro que muchos vamos a ir, encantados, a escupir sobre la tumba, a zapatearle encima y, usando tus propias palabras, a quebrar bajo nuestras botas la palabra Pinochet.