Debe ser por la inminencia del partido contra Colombia que los temas de la actualidad nacional se tiñen de rojo, tienen 32
cascos o se circunscriben entre Juan Pinto Durán y el Estadio Nacional. Ni la reunión de Ministros de Hacienda de la APEC ha podido soslayar la importancia que tiene para nuestras sociedades (lo mismo o peor hubiera sucedido en Argentina o en Brasil) el fútbol.
Y en este caso el escenario es especialmente fervoroso. Chile, como nunca antes en el proceso eliminatorias, cuenta con los mejores hombres. Sin lesionados, sin trabajos especiales de recuperación... El doctor Rádice es un personaje menos que secundario en esta oportunidad. El protagonismo, era que no, corre por cuenta de Juvenal Olmos.
El técnico, fiel a su más pura tradición, se demoró en entregar la alineación titular y como suele suceder en estas instancias, dejó a más de alguien descontento con el once que empezará a moler el café colombiano. Veamos línea por línea:
Tapia; Villarroel, Fuentes, Olarra y Pérez. La defensa es una de las más sólidas y constantes en lo que va de torneo. La duda, quizás, esté por el lado derecho, en la inclusión de Moisés Villarroel, quien a juicio de los entendidos, no es la mejor carta por ese flanco. En Colo Colo juega por el medio y atrás, bien atrás (Francia 98) quedaron sus dotes Nº2. Fuentes y Olarra son los mismos de la Copa América y sobre todo en el caso del central de Cobreloa, esta confirmación es un espaldaraso del técnico después de su buen desempeño frente a Brasil, cuando prácticamente anuló a Ronaldo.
Acuña, Mirosevic, Maldonado y Pizarro. Ante la suspensión del ahora Pincharrata Rodrigo Meléndez, la opción de Jorge Acuña cobró más fuerza. El jugador cruzado, de breve paso por el fútbol holandés, es una carta conocida por Olmos. De ahí que, en la intimidad de una relación más estrecha de la que pueda tener el técnico con un jugador venido desde otro club, se le deba exigir más al calvo Nº6. En Católica cumple, pero con una gran condición que en este tipo de partidos puede ser fatal: las tarjetas amarillas. Acuña es demasiado amigo del foul y eso es peligroso. Maldonado y Mirosevic son una especie de íconos del fútbol olmista: saben con la pelota en los pies, pero corren y meten todo el partido. Sólo así se puede explicar la ausencia de un retornado a la concentración de Pinto Durán, Rodrigo Tello. El volante del Sporting es menos bueno para perseguir rivales y se mimetiza más con el juego de David Pizarro, quien en la posición de enganche ofensivo es el jugador más importante de Chile. El volante del Udinese está llamado a dejar solos frente a Calero a los atacantes, a tener la pelota cuando el partido esté caliente, a alimentar la subida de los laterales... poco falta para que Pizarro llegue manejando el bus. Si el pequeño fantasista está apagado, tenemos que preocuparnos. Si, por el contrario, la del domingo es una de esas noches, podemos confiar en un triunfo.
Pinilla y Navia. La dupla de ataque es una de las más cuestionadas por la hinchada. Si Salas está, como él mismo lo reconoce, en óptimas condiciones, no podemos darnos el lujo de reservarlo en la banca para el segundo tiempo. Soy de los que cree en el miedo del rival cuando se enfrenta a un jugador con los pergaminos de Salas. Navia aún está en deuda con la Roja. Es el típico caso del que la rompe en su equipo, pero con la selección anda lejos de ese nivel. Héctor Tapia es una gran alternativa, tanto o más poderosa que el delantero porteño. En cuanto a Pinilla, si bien no comparto la mayoría de sus actitudes fuera de la cancha, creo que sobre todo en el Nacional, se transforma, pasa a ser uno de los delanteros más peligrosos de nuestra selección y, por eso, se merece la oportunidad. Ojalá no la desaproveche.
En general, estoy optimista. Colombia deja jugar y no es de los equipos que, como Paraguay, instala un laberinto por el cual se hace difícil transitar. Será, creo, un partido abierto, de buen toque y apretado en lo anímico como es lógico en estas circunstancias. Si Chile hace el primer gol, el triunfo es nuestro. Si no, volveremos a sufrir como ante los pentacampeones, pero siempre con puntos que sumar a la cuenta. Esta vez no perdemos.