La cuenta regresiva ya casi llega a su fin. Atrás quedaron las incertidumbres del comienzo, las confianzas de alguno y las dudas de otro, las popularidades y las irrupciones sorpresivas. Como estaba dicho, el próximo 11 de diciembre -en lo que muy probablemente los medios califiquen como "una jornada cívica ejemplar"- los chilenos elegiremos nuevo presidente y gran parte del parlamento también. Pues bien, ¿Cómo está el escenario, entonces, para tan trascendental fecha? Veamos.
En la
Concertación, y especialmente en el mundo progresista están de duelo tras el
fatal accidente carretero que involucró a un bus en el que viajaba una comitiva de la juventud socialista pro Bachelet y otros, como los integrantes del grupo Saiko, quienes lamentan el fallecimiento de uno de sus asisntentes.
No lo sé y sólo el próximo domingo se verá y tal vez es muy crudo decirlo, pero ver a la candidata (como se estila llamarla en tiempos de campaña) tan
afectada como se le vio en el lecho seco del río Maipo ayuda. Ayuda a sentirla como un ser humano más, que llora, que se emociona y que, en una instancia tan trágica como dolorosa, es como una ciudadana más.
Bachelet, así las cosas, está en el umbral del 40 por ciento de los votos según la última encuesta
CEP. Personalmente creo que superará ése margen y se empinará alrededor del 42 ó 43 por ciento de los votos.. Creo que el llamado a trabajar que hizo la ex ministra de salud y de defensa, durtió efecto en la ciudadanía y, efectivamente, en las últimas semanas hemos visto a la Concertación en la calle.
Además, y no deja de ser un factor a considerar, en éstos días hemos sido testigos de los principales avances en obras públicas, por lo menos en la capital.
El Metro a Puente Alto y la
Autopista Vespucio Sur, lo quiera o no la oposición, son un avance importante y que ha sido muy bien valorado por la ciudadanía, la principal beneficiaria de éstos mega proyectos.
Pese a todo lo anterior, y no creo que se deba exclusivamente a una falta de liderazgo o a una incapacidad de la candidata, la elección no se definirá en la primera vuelta. Faltará poco, pero faltará para asegurar el triunfo oficialista en diciembre y los electores tendremos que regresra a las urnas en enero.
Y EN LA ¿ALIANZA?Pablo Longueira lo dijo con todas sus letras: "Si Piñera pasa a segunda vuelta, me voy de vacaciones". Ése es el tenor del espíritu aliancista por éstos días, a lo que se puede agregar, como otra joyita de la campaña, la
disputa entre los candidatos al Senado por la Octava Región, Carlos Bombal (UDI) y el RN Alberto Ghyra.
Para colmo de males, la Unión Demócrata Independiente le solicitó a sus socios de RN un pacto firmado de cooperación mutúa. El que pase a segunda vuelta será ayudado por el derrotado, obvio, ¿no? Sin embargo, los Piñeraboys, encabezados por Alberto Espina
se negaron a firmar semejante pacto, argumentando que ya existía un "acuerdo de palabra" en ése sentido.
Yo no sé, pero si esto no es señal de divisionismo, de rencillas internas, de una especie de odio parido entre dos hermanos divididos por la figura del padre (huelga señalar quién es el padre al que me estoy refiriendo), no sé qué demonios es.
Claro, las tesis al respecto son muchas. Y entre las más lúcidas, me quedo con la de
Matías del Río (Revista Capital, Radio Concierto y Vía X). Lavín quiere homologarse a Piñera y así, irse juntos por el mismo derrotero.
Craso error. Piñera, con ojo de buen empresario que es, vio una oportunidad tras la bajada de Soledad Alvear y ahí está, invirtiendo a futuro. Probablemente en esta pasada no gane, no capitalice. Pero sí estoy seguro que en el 2010, con un Chile bicentenario y mucho más moderno, Piñera puede tener por fin chances claras de convertirse en el gerente general de nuestro país. Habrá que verlo.
El factor Hirsch¿Quién lo iba a imaginar? Ni Gladys Marín pudo lo que Tomás, en éste escaso tiempo de campaña ha sido capaz. Es decir, encumbrar al PC y al PH por sobre el 5 por ciento y, probablemente, a ocupar un escaño parlamentario después de casi diez años de injusta marginación.
Además, Hirsch tiene dotes de buen comunicador y, como su discurso no le rinde cuentas a nadie (a muy pocos y muy poco influyentes personas en rigor) puede despotricar como lo estáhaciendo o como lo hizo, de manera notable, en la cumbre empresarial más importante del país, en Icare, cuando pidió un aplauso para los líderes sindicales... ¡Osea!
Así las cosas, Hirsch ha sabido capturar el descontento de una generación, sobre todo de quienes votan por primera vez, en contra de la Concertación, en contra de la Alianza y también, en contra del mentado sistema neoliberal. Si Hirsch supera el 7 u 8 por ciento de votación, es muy probable que en el comando de Bachelet tengan que pensar en llamarlo a negociar, porque sus votos serán decisivos.
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