Vengo llegando del cine. No aguanté al fin de semana y, apenas estuvo disponible, fui a ver
En La Cama. Había oido de ella antes de que se estrenara en Valdivia y, pese a que no vi Sábado (la ópera prima del joven director Matías Bize) he recibido muy buenos comentarios y, como buen socio del club de lectores, tenía un jugoso descuento ($1.700 en Cinemark), así es que partí no más. Sería un crimen no haberlo hecho.
A ver, en plan de recomendar o no, sí, obvio. Vayan a verla. Está buena, moderna, suelta, entretenida, dinámica, fluída. Te ríes, casi lloras, piensas, te identificas, te emocionas... todo lo que una buena película debe provocar ¿o no?
Además, la actuación de
Blanca Lewin da como para encontrarle toda la razón al jurado del
Festival de Cine de Valladolid. En serio. Si alguien pensaba que la Lewin era pura tele y en Sangre Eterna no lo había hecho muy bien, pues ahora, bajo las órdenes de Bize, lo hace sencillamente bien y no sólo por sus propias dotes, sino por la ya mencionada dirección y, sobre todo, creo, por el excelente guión de
Julio Rojas.
Probablemente, para aquellos que buscan y buscan historias del tipo González Iñárritu (Amores Perros, 21 Gramos), una serie entrelazada de hechos y hechos que se cruzan tan promiscua como delicadamente, En La Cama no les parecerá una buena película. Sin embargo ahí está la gracia.
Sí, porque si hay algo rescatable de la película es, precisamente, armar toda una historia a partir de un hecho tan fortuito como cotidiano. No por nada, existe tanto motel en Santiago.
Así es como tenemos a dos jóvenes, ella una mujer a punto de casarse y él, un hombre a punto de partir a Europa a estudiar un doctorado. Con la excusa de un taxi que se demora en llegar y un flechazo de pasillo, en medio de la fiesta de un conocido común, tenemos a Bruno y a Daniela en un motel.
Allí, literalmente a calzón quitado, ambos dan rienda suelta a sus emociones. Vemos a un galán supuestamente exitoso con las mujeres, pero sensible por la estrecha relación con su hermano (Si pisas el suelo, se acaba el mundo). Ella no lo hace mal y, en vez del vestido de novia, tiene los partes de matrimonio en la cartera. La típica protagonista de la relación chicle que nunca se corta, pese a una serie de detalles que a varias, les habría obligado a tomar la más drástica decisión hace tiempo.
En la Cama demuestra lo que ya se había adelantado con
Play o incluso con
Se Arrienda: El cine chileno está pasando la pubertad, es un adolescente que crece a pasos firmes, es mayor de edad y puede salir de casa sin temerle a nadie, comparándose con el mejor así, de tú a tú.
Claro que si nos quedamos en la casa a ver cómo eso pasa, la cosa no va a funcionar. El tema es un proceso complejo del que, como espectadores, también formamos parte. La idea es ir a verla, sacar sus propias conclusiones y, por qué no, postear en éste blog sobre la peli.
Los espero.
(Para que se tienten:
Spots de En La Cama)