Soy Laguista hasta el tuétano. Me inscribí para votar por Ricardo Lagos en las primarias contra Zaldívar y en las dos veces contra Lavín y la amenaza del cambio. No me arrepineto y lo volvería a hacer. Creo, a pies juntos, que éste ha sido uno de los mejores gobiernos de la Concertación y no es importante que lo diga yo, sino los más diversos organismos internacionales que rankean a nuestro país, codo a codo, con los grandes del mundo entero.
Claro, así es fácil dirán los inconformistas de siempre. Cin el precio del cobre por las nubes, cualquiera gobierna bien. Sí, es cierto, pero en el caso de Lagos hay un plus, algo especial que probablemente se refleje de mejor manera con lo sucedido en
Monterrey, cuando ofreció relaciones diplomáticas, aquí y ahora, al gobierno boliviano de Carlos Mesa, minutos después de una virulenta intervención de su canciller y pidiéndole paciencia a Vicente Fox, moderador del encuentro.
Lagos es, por más que lo nieguen los aliancistas, un gran Presidente y la historia no se equivocará a la hora de adjetivarlo. Sus obras, las carreteras, la ampliación del metro, los puertos, etc, pasarán a la posteridad como prueba patente de los años de prosperidad del primer gobierno socialista post Allende.
No obstante todo lo anterior, y aquí el punto de esta opinión, Lagos está actuando como aquel millonario que despilfarra su saldo en la cuenta con la facilidad de quien camina un paso tras otro.
Hace poco, nuestro Presidente se despachó la idea de indultar o preparar una ley de indulto para los del otro lado de la moneda, para todos aquellos involucrados en los principales crímenes de la dictadura. Afortunadamente, se dio cuenta que con indultar a
Contreras Donaire, uno de los autores materiales del asesinato de
Tucapel Jiménez bastaba.
Más aún, el Presidente sorprendió a varios con su famosa
carta al director de El Mercurio, el como él mismo calificó "resumidero de todos los infundios con los que se ha querido enlodar la imagen del Presidente de Chile".
Por éstos días, cuando el discurso derechista o, mejor dicho, lavinista raya con la delincuencia y con alimentar esa falsa sensación de que estamos siendo invadidos por los criminales, el Presidente se ha dado el lujo de criticar hasta los noticieros de TV.
El tema me toca profesionalmente, porque como periodista que soy, creo que tengo algo que decir al respecto. No pues Presidente, no se meta en leseras.
Es sabido que
Mega y
Chilevisión siempre abren con policial. Que ahora lo hagan
Teletrece y
24 Horas, tiene que ver, probablemente, con la necesidad del canal estatal de empatar la sintonía del noticiero del canal católico, premiado por la alta sintonía de la teleserie de turno.
Más que una razón dogmática o ideológica si quiere, señor Presidente, no hay más que una razón práctica y mercantilista, que en determinados momentos puede marcar la diferencia entre el azul y el rojo de los números de fin de año. No hay más. Incluso, permítame decirle Presidente, históricamente los programas policiales (Contacto, Informe Especial, Aquí en Vivo y En La Mira, por citar algunos emblemáticos) han tenido buen rating. Los sociólogos tienen más que decir al respecto. Han dicho que somos morbosos, que nos gusta la sangre, el sufrimiento, pero ajeno, de lejitos no más. Apenas nos roce con su manto de terror y sufrimiento, cambiamos de pastilla y pasamos a ver al Kike Morandé, al Rafa Araneda, al Lucho Jara o a la Cecilia Bolocco, que tanto lo necesita por éstos días.
Presidente, sé que debe ser difícil gastar los últimos días de su mandato manteniendo el bajo perfil. Sé que sobre todo en tiempos de campaña hay que decir cosas y aparecer en los medios, eclipsando las irrisorias internenciones de los opositores. Lo sé, pero también sé y confío en que así sea, que los chilenos no somos huevones. Creo que el voto de castigo contra aquellos que hacen campaña con el sufrimiento de las víctimas d ela delincuencia, será más importante que sus reprimendas a través de los medios.
Tranquilo Presidente. Si un Aznarazo no pasa por éstos lados (no tiene por qué), Bachelet será su sucesora y, si algo le faltaba para engordar los libros de historia, será quien el entregue la banda presidencial a la primera mujer presidente. Tranquilo Presidente, relájese en Caleu, vaya a Lo Castillo o pídale más pan con palta a la Juanita. Deje que nosotros sabemos lo que hacemos y no se desgaste mucho, mire que capaz que lo volvamos a llamar el 2010.