El caso de
Jessica Osorio, la joven madre de 38 años que está con muerte cerebral (encéfalogramas planos) en el Hospital San José después de ir hasta donde un doctor ecuatoriano con el fin de hacerse una abdominoplastía -quitarse apenas un rollo de la guata- no sólo sirvió para quitar el tema de la delincuencia de la agenda, sino, lo más importante de todo, para hablar de un tema de fondo.
Lo primero que me parece pertinente, es el tema de la imagen. El Programa Cirugía de Cuerpo y Alma y su exitoso rating, algo demuestran en éste sentido. Un importante número de personas, cual más cual menos, en algún grado u otro, querría modificar su cuerpo no sólo para marcar menos en la balanza, sino para sentirse bien consigo misma.
Ayer, cuando en Telediario hablaban sobre el tema, una televidente decía de lo bien que se sentía ir de shopping y probarse y probarse trajes de baño sin tener que salir de inmediato de as tiendas porque no habían tallas para su gordura. La tipa hablaba en serio y se le notaba la felicidad en sus palabras.
Sin embargo, lo peor de todo, es que éstos casos son mucho más recurrentes y más dramáticos (por la falta de recursos) entre quienes viven al ras y pasan al mes siguiente con un redondo cero en los bolsillos. Gente a la que no le sobra nada, a la que tampoco le falta mucho, pero que al mismo tiempo, está dispuesta a hacer los sacrificios necesarios (postergar unas merecidas vacaciones por ejemplo) con el fin de cumplir su sueño y entallarse en la norma social aceptada.
Así, y con bombos y platillos, la tarjeta
Presto ofrece entre sus comercios asociados, clínicas (habría que averiguar la amplitud del término y su correspondencia con la realidad) estéticas donde los clientes de ésta popular tarjeta de crédito pueden acceder a costosas operaciones en cómodas cuotas de $9.990.
Ya se sabe que entre el segmento más acomodado, el ABC1, las niñas dejaron de mirar los 0 Km para enfocarse en par de senos de silicona y así pasar al bando de las apetecidas del curso.
Todo esto, sumado a que en la mayoría de los casos fatales como el de Jessica los responsables se hacen humo, nos entrega un panorama bastante dramático y poco alentador. El mercado es cruel y restringe el acceso de las personas como Osorio a los tratamientos adecuados, bajo los estándares menos riesgosos. Así entonces, se abre el nicho para que ecuatorinaos, bolivianos, argentinos, peruanos o chilenos (la nacionalidad no importa) abran sus centros tras la fachada de cualquier cosa.
El fiscal a cargo dijo que al entrar en el local aludido, se encontraron hojas impresas desde Internet con información sobre cómo hacer una abdominoplastía. Es decir, el doctor a cargo, basó su conocimiento en el resultado de una búsqueda como cualquier otra en Google. ¡No hay derecho!
El
Colegio Médico dijo que ofreció profesioales idóneos para que éstas operaciones se lleven a cabo en recintos aptos. Sin embargo se encontró con la respuesta típica: No hay presupuesto. Y le encuentro razón al ministerio. Prefiero que se gasten la plata en operar los trasplantes, en prevenir el SIDA, en tratar la diabetes y el cáncer que en éste tipo de intervenciones.
El problema, entendámoslo de una vez, es interior y no exterior. Ojo que no estoy haciendo una apología a la gordura, pero sí estoy condenando la preocupación patológica por la figura. Comer más sano, caminar más y beber menos, en gran parte de los casos, puede hacer lo mismo que una cirugía, sólo que es más barato, es más fácil y hasta puede ser entretenido.