VOTAR
Published domingo, diciembre 11, 2005 by Jorge Enrique Díaz Pérez | E-mail this post
SIGUE LAS ELECCIONES AQUÍAmenazado por el calor que se proostica para la tarde de éste 11 de diciembre y estimulado por la cercanía de mi recinto de votación (me cambié a Ñuñoa y ahora voto a un par de cuadras de casa) decidí levantarme temprano y partir a cumplir con mi deber cívico a eso de las 08:30 horas.
Lo primero que vi en la calle, y saquen ustedes sus conclusiones, fue panfletería de la UDI. Lavín y Longueira, regados por el suelo, me acompañaron hasta las barbas mismas del Liceo 7.
Una vez adentro, traté de reconocer el lugar donde estaba mi mesa. Quedaba en el gimnasio del colegio, un espacio más bien chico y caluroso, ya que recibe el sol oriente y después el poniente, que es el peor.
Mesa 73 dice mi registro electoral y cuando di con ella, me asusté. Habían sólo dos vocales. Di media vuelta y traté de hacer un poco de tiempo antes de regresar. Mi angelito me decía "ayuda hombre, ayuda", mientras el diablito respondía "ni cagando. Va a hacer mucho calor" y así me la pasé unos cinco minutos hasta que el angelito ganó el debate. Iba derecho a ofrecerme como vocal de mesa.
Sin embargo, cuando llegué a la mesa, ya estaba funcionando con todos sus vocales correspondientes (en realidad, cuando llegué también estaban, pero estaban buscando papeles y materiales). Hasta fila había.
Los perlas abrieron la mesa a eso de las 09:00 y se dieron el lujo de ser ellos los primeros en votar. Mal.
Mal también porque no había papel para limpiarse el dedo (en rigor había uno solo, por lo que se tenía que quedar en la mesa), pero más mal porque si los candidatos reciben dinero por los votos, los vocales, dada la importancia de su labor, también deberían recibir una remuneración. De ésta manera, se premia, pero a la vez, se castiga la impertinencia de no asistir al cumplimiento del deber. Mal, además, porque por ahorrase un par de lucas en pintura, las urnas no son del mismo color de los votos (diputados y senadores)
¿Resumen? Voté por tres mujeres (saquen sus conclusiones) y me vine a casa después de hacer casi media hora de fila. Para la anécdota, mientras votaba llegó el Arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, así es que -a una escala menor claro está- viví el nerviosismo y la premura de la prensa apostada en el lugar por obtener las declaraciones de un personaje público. Privilegios de vivir en Ñuñoa y no en La Florida.
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