Una de las primeras cosas que me advirtieron antes de ir a España de vacaciones fue la mala fama que nuestros compatriotas se han encargado de desarrollar en la madre patria. Una prima que vive allá, me aseguró haber visto carteles en las tiendas que señalaban la mala costumbre de ciertos chilenos. En fin.
Soy de los que se niegan a aceptar algo así. Confío en la gente como pocos parece. Sin ir más lejos, el otro día, pagué un almierzo en un restorán chino con tarjeta de crédito. Mi mamá y mi hermana me dijeron que siguiera a la garzona, que se estaban demorando mucho con mi tarjet y mi carné, que esto y que lo otro. Yo, no sé si para bien o para mal (en el estado de cuenta no apareció ningún cobro extra) parto de la buena fe de las personas, creo en las buenas intenciones de la gente y no ando con disfraz de desconfiado por la vida.
Sin embargo, con un par de ejemplos, me he detenido a pensar en el título que resume éste post. Esta madrugada acaba de morir un joven que robaba cables de alta tensión en Quilicura. Según la nota, las empresas han calculado en más de 100 millones de dólares las pérdidas por éste ítem. Algo parecido pasa, sobre todo en el sur, con las líneas férreas, aunque en ése caso es más grave porque no han sido poco los accidentes que se han provocado por éstos robos.
El domingo, en el cumpleaños de una prima, otra de ellas contó que desde el cajero automático de la sucursal en la que trabajaba robaron una planta que ella, con mucha dedicación, había cuidado por meses. El robo se produjo en la madrugada de un día sábado y gracias a sus contactos en el banco, llegó hasta el autor del hecho. Claro, el tipo se disolvió en excusas y, como si fuera un agente de una policía secreta devolvió la planta en cuestión en las mismas condiciones que la robó, es decir, de noche.
La última perlita la colocan los deudores del SERVIU o quienes sean los que, de madrugada también, intentan tomarse a la fuerza las casas de otros chilenos que, como dijo el Intendente Barrueto, hicieron la fila, ahorraron, pagaron y todo lo demás. No, los perlas quieren llegar y doblar en segunda fila, sin perder el tiempo, como por lo demás lo hacen varios conductores en Santiago, prepoténtemente.
¡Plop! No se trata de una billetera botada en el suelo, una situación en la que podríamos hasta justificar el acto de quedarse con el objeto en cuestión. No. Se trata de una instalación, un servicio en el caso de los cables y las líneas férreas que no pueden estar vigiladas día y noche porque no no más, a nadie en su sano juicio se le ocurriría robarse un poste o un grifo, aunque estoy seguro que debe haber algún caso. Lo mismo para el caso de la planta. Osea. ¿Es necesario colocar un cartel que diga "Las plantas no se roban"?
No sé, a veces me siento acorralado por los hechos y me cuestiono la mala fama que tenemos, sobre todo en el extranjero. ¿Qué dicen ustedes?