Me acuerdo que iba en el radio taxi, de regreso a casa, cuando El Diario de Cooperativa llamó. Extra, Extra, decía el locutor, que de inmediato conectó con el Palacio de La Moneda. Ricardo Lagos le explicaba a todo el país y al mundo también, que Chile no estaba de acuerdo con la intervención norteamericana en Irak. Sólido.
Recuerdo la Cumbre de Monterrey, cuando el canciller boliviano reclamaba por una salida al mar. "Y si de relacones se trata, ofrezco relaciones diplomáticas ¡aquí y ahora!", dijo Lagos. Más sólido aún.
Fue su campaña, allá en los estertores del siglo XX, la que me conmovió y casi me obligó a inscribirme en los registros electorales. Voté por él contra Zaldívar y contra Lavín en primera y segunda vuelta. Salí a celebrar aquella noche de enero en la Plaza de la Constitución y hasta pinté una polera que ahora conserva mi polola.
Ricardo Froilán Lagos Escobar, el Presidente Lagos, dejará su cargo en unas horas más. Pasaron sus biografías en la TV, las últimas entrevistas en la radio y en los diarios. Ya regresó a su departamento en Providencia y disfrutará más de su casa en Caleu. Merecido lo tiene.
Sólo quería decirle gracias. Gracias por los estupendos centros culturales que se ofrecen ahora, gracias por el metro, gracias por las carreteras, gracias por las nuevas oportunidades, pero, sobre todo, gracias por hacer de éste, un país un poco más digno. No todos los días se le dice no a EE.UU. y menos con un contrato de compras (12 F-16) y un tratado de Libre Comercio sobre la mesa.
Indudablemente falta. Pero falta menos que antes. Hemos avanzado, vamos por el camino correcto y, muy probablemente, Michelle Bachelet continuará la senda.
Sólo queía decirle gracias Presidente. Gracias por todo. Elija no más, cualquier esquina cerca de palacio, mire que su estatua bien puesta estará.