Pasaron todos. Ya se jugó la primera fecha de la Eurocopa en Portugal y se puede decir que por más lindos que sean los estadios, por más ordenado y puntual que sea el espectáculo, el fútbol del viejo continente es desabrido.
Pero sus ligas son las mejores del mundo, se podrá argumentar a favor de los europeos. Sí, eso es verdad, pero hay que reparar en un detalle: los jugadores sudamericanos.
Ahí está. Por eso Ronaldo, Kaká, Ronaldinho, Saviola, Aimar y más modestamente el propio David Pizarro se hacen el pino en esas canchas. Los tipos son robots, programados para correr y darle fuerte a la pelota, pero no les digan nada de amagues, gambetas, enganches ni nada por el estilo. ¡Ni se les ocurra! Eso se compra en Sudamérica.
Por lo demás, se trata de una tendencia histórica. Cómo explicar, si no, el fenómeno de Zamorano en el Real Madrid y, en menor medida en el Inter de Milán; o lo que hizo Marcelo Salas en la Lazio, ambos discípulos del gran maestro, Diego Maradona, quien terminó por encandilar a todo el Viejo Continente con su zurda mágica, abriéndole el paso a las nuevas generaciones de cebollitas y pelusas.
Algo han aprendido y por eso de repente Zidane (cuyo máximo referente en estos lares es Enzo Francescoli) pisa la pelota, la esconde y sale con uno que otro lujo comparable a los del Príncipe.
Los resultados lo ratifican. Un par de empates cero a cero, otros uno a uno, apenas un par de triunfos por la mínima diferencia y la excepción que confirma la regla, los suecos que se destaparon a costa de los pobres búlgaros, una de las selecciones más mediocres del torneo, es todo. No hay goleadas ni un claro favorito para el título.
Tal vez esta opinión suene como una apología a la próxima Copa América. No es mi intención. De hecho, lo más probable sea que en esa oportunidad eche de menos el ritmo y la pulcritud del juego europeo, aquello de poder escuchar los himnos en paz (y eso que sufrieron dos guerras mundiales) y las demás virtudes que presenta el torneo lusitano.
Esa es la gracia. Definitivamente uno nunca está conforme y, como es archi conocido por todos, hay que buscar el equilibrio, es decir, una dosis de talento sudamericano y otra de fuerza europea. ¿Acaso no es por eso que el Porto se coronó campeón de la última Champeons League?