Resulta que estoy harto. Harto de la poca dignidad de los jugadores, de sus vueltas de carnero, de sus frases para el bronce un día y borrones con el codo mañana. Resulta que me tienen chato con el tema, con que los puntos se ganan en la cancha y todo eso. Partamos cronológicamente.
La U salió campeón del apertura 2004 por obra y gracia de las bases del campeonato más freak que se juega en el mundo. Estoy seguro que en Buthan o hasta en Monserrat, naciones donde el fútbol es un pasatiempo amateur, los que ganan son los que tienen más puntos. Eso se aprende desde el principio, como que la pelota se chutea y no se manotea.
Pero no, en Chile no. La U, que empató y perdió con Unión Española, pasó como mejor perdedor a la siguiente ronda. Después a la otra y después se probó la corona. Ok, si aceptamos eso, no me vengan con el cuento de que los puntos se ganan en la cancha y que los que les quitan porque no pagan los sueldos no corren. O aceptamos que en la cancha se gana y se pierde, o nos quedamos callados cuando la cosa viene en contra.
Una clase de reflexología, donde se les enseñe a callar, sería buena en el Caracol. "No firmamos hasta que no haya plata, así de sencillo" pregonaron a los cuatro vientos los más representativos jugadores del plantel que dirige Héctor Pinto.
A la hora de los quiubos, cuando había que firmar la planilla mas no había dinero que echarse a los bolsillos, los reyes de la contorsión ¿qué hicieron? Agacharon el moño y rayaron el papel haciéndose cómplices de su propia debacle, una especie de harakiri en el que más pronto que tarde, terminará Universidad de Chile.
Si Orozco va para los quince años a cargo del club, en franca curva descendente, no hay que ser muy kleber para darse cuenta que urge un cambio en el equipo. Máxime cuando el nefrólogo se jacta y se burla, con la altanería y soberbia propias de un agente de la DINA en sus mejores tiempos, de las precarias condiciones en que están sus trabajadores.
Para cerrar el tema, con una pizca de actualidad internacional, podríamos decir que la U está como Arafat: Listo para la foto. La única diferencia es que el líder palestino tiene billones de dólares en el banco y la U, bueno, a la U le gustaría tenerlos.