La quinta sala de la Corte de Apelaciones, tras la petición de libertad bajo fianza solicitada por sus abogados, no sólo le negó ese privilegio al sacerdote José Luis Artiagoitía, el cura Jolo, considerándolo "un peligro para la sociedad".
La frase, así no más, sin el debido contexto, es fuerte. Usted es un peligro para la sociedad. Cargar con esa mochila, con ese peso, no debe ser sencillo. Debe ser algo parecido a lo que sintieron los leprosos años atrás, algo así como una mancha demasiado evidente, una cruz demasiado pesada.
El concepto, más encima, se hace más cruel y fuerte cuando recae sobre un sacerdote, una persona que -podríamos decir- por formación, está casi obligado a creerle a las personas que acoje, a las Gemita Bueno que golpean la puerta de su Fundación, Nuestra Señora de Guadalupe. Si creer es ser peligro para la sociedad, no sólo Jolo, sino varios curas más, deberían estar tras las rejas.
Por el contrario, ya que hablamos de peligro para la sociedad, considero que los choferes de micro sí son un peligro para la sociedad. El otro día, con indignación, vi una micro en cuya parte posterior, en vez de estar escritos los típicos nombres (Bryan y Gianina, mis dos amores) decía: Disculpe las molestias. Estamos practicando con usted.
Hace unos días, la noticia pasó casi desapercibida en los medios. En la esquina de Alameda con Maipú, comuna de Estación Central si no me equivoco, un chofer atropelló -con días de diferencia- a un segundo peatón que cruzaba (no borracho ni por un lugar no permitido) la calle. El tipo, podríamos decir, es un chacal de esa esquina.
Para seguir en el rubro, los choferes de buses interprovinciales, los que almuerzan manejando a más de 100 Km/Hr, los que manejan más de 12 horas seguidas, los que le pasan la máquina al auxiliar, los que adulteran los tacógrafos, los que ignoran la ley... ésos sí son peligro para la sociedad.
Peligrosos para la sociedad, son por estos días los opinólogos de la TV. Ésos sí que calumnian, ésos sí que deshonran, ésos sí que delinquen. Para qué hablar de los humoristas, específicamente el pajarraco y el profesor, quienes, ojalá, se vean en apuros por tratar como trataron a la Pamela David. Ok, acepto que la mina tiene parte de culpa por aceptar -me imagino- en el contrato que la van a columpiar, pero llegar a esos extremos me parece, como lo planteó el PPD, denhostante y denigrante no sólo para la modelo en cuestión, sino para todo el género femenino.
Hay muchos otros ejemplos de peligro para la sociedad: Los guionistas de las teleseries (a propósito del último estudio del CNTV), los contadores, los ex oficiales de las Fuerzas Armadas, los Comandantes en Jefe Beneméritos y un gran etcétera.
Una vez más, la justicia chilena ha dado prueba de su ineficacia, su disonancia con el resto de la población, con los ciudadanos comunes y corrientes que exijimos que en vez de encarcelar a los sacerdotes, se encarcele a los verdaderos delincuentes, aquellos que -como si fuera un guión cómico- pasan sólo un par de días en la cárcel y salen, campantes, a seguir delinquiendo.