El título, para los que no lo saben, es el nombre de uno de los programas de verano, una especie de engendro sin pies ni cabeza que aprovecha las condiciones estivales (al parecer favorables para este tipo de desarrollos) para mostrarse, cual vieja guatona y celulítica, en bikini.
El capital invertido por TVN en el programa que conduce Julio César Rodríguez es tan básico como las horas de búsqueda (o de buceo) en el archivo del único canal que puede jactarse de tener tanto y tanto material sobre Viña del Mar. De hecho, me parecía extraño que un programa así no se haya concretado antes. Poroto para Rodríguez.
Sin embargo, y como si se tratara de una tragedia griega de las clásicas, el mayor activo, el mayor beneficio que puede tener un programa como No Podemos Vivir Sin Viña es precísamente su piedra en el zapato, su talón de Aquiles o su punto más débil. ¿Cómo así? Lo explico con la siguiente analogía: En medio de un salar, una ensalada. Es tanta la sal que hay alrededor, es tal la cantidad del recurso disponible que sólo es posible echarle terrones del mineral y nuestra deliciosa ensalada queda mal.
Lo que quiero decir es que a No Podemos Vivir Sin Viña le falta procesamiento, le falta valor agregado. Tal vez una periodista como Ana Josefa Silva y no una Miss Playboy como Claudia Marín ayudaría a ése propósito. A veces siento que el único engrupido con el cuento es el conductor (se nota que es su primera experiencia con las riendas de un programa) y que él y sólo él es el único capaz de entender y, por lo mismo, de gozar el programa. Las lágrimas del capítulo de hoy, entrevistando a Cecilia, así lo demuestran.
Lo de Umaña y Fonseca, una especie de skechts de humor dentro del programa (sobre todo el primero) son más bien elementos ajenos o por lo menos descontextualizados en el programa. Si lo que quiere No Podemos... es reírse del ambiente festivalero, démosle más hilo al volantín de Umaña. Por el contrario, si el objetivo es rescatar la memoria colectiva de los mejores años del Festival (un objetivo logrado muchas veces), propósito que además es potenciado por las entrevistas -más de alguien puede llamarlas relaciones públicas- en el set, lo que hay que hacer es descartar las interveciones poco graciosas y absurdas del notero en práctica.
Claramente éste no será un programa que marque hito ni mucho menos. Su gracia está en rellenar un valioso espacio en la parrilla con el menor presupuesto posible. No piloteó y eso también se notó y demuestra lo chasquilla del proceso de pre producción del espacio.
A muchos no les podrá gustar y a otros sí. Personalmente estoy en el segundo grupo. Por eso mismo es que me permito el derecho a la crítica y a la opinión. Siento que hay una muy buena idea, una funcional puesta en marcha de los recursos y eso está bien y debe aplaudirse. El problema es que me gusta la ensalada con la cantidad justa de sal.