El levonogestrel o Postinor 2, el nombre comercial de la droga, se está convirtiendo en algo más que una piedra en el zapato no sólo para el gobierno de Ricardo Lagos, sino para la sucesión del mismo, a cargo de Soledad Alvear o Michelle Bachelet.
Resumiendo el tema en simple, podríamos decir que el subsecretario de salud, Antonio Infante, se arrancó con los tarros y dijo lo que no se debía decir, aún: Que el gobierno está evaluando la posibilidad de entregar el anticonceptivo de emergencia a todo evento, para toda mujer que así lo solicite en los respectivos centros de atención.
¿Qué pasó? Como muy bien dijo Lagos, se mandaron un condoro. Un error que, dicho sea de paso, aguó la fiesta de cumpleaños del gobierno (mañana 11 se cumplen cinco años desde que Lagos entró a La Moneda), todo justo cuando el conflicto del gas y la crisis boliviana hacen temblar la mesa reviviendo los fantasmas del desabastecimiento y los recortes del año pasado, un hecho especialmente grave si consideramos las necesidades energéticas de una economía pujante, que, por fin, se reactivó y está creciendo a tasas superiores al 5 por ciento.
El caso de la píldora del día después no es un debate farmacéutico ni mucho menos. Es un pulpo con varios tentáculos y quizás, el más importante de todos, sea el ético y moral. La precandidata de la DC, Soledad Alvear es partidaria de entregar el anticonceptivo "sólo en casos de violación". Si bien Michelle Bachelet no ha hablado públicamente del tema, Carolina Tohá (diputada PPD cercana al comando de la ex ministra) adelantó lo que puede ser la postura de su bloque. En las farmacias del barrio alto se venden diez veces más píldoras del día después que en las farmacias de los sectores populares; es decir que el factor económico soslaya un problema que en comunas como Pudahuel o Cerro Navia no se puede salvar, obligando a las adolescentes que -al igual que sus pares del barrio alto- se embarazan, a tener sus hijos o, lo que es peor, a recurrir a un aborto clandestino.
El dato viene a ser un ejemplo más de las desigualdades que caracterizan a esta y otras sociedades y, en tal sentido, desde un punto de vista de la igualdad y la justicia, entregar la píldora del día después a todas quienes la soliciten sería bien visto en el sector progresista de la concertación y que encabeza Michelle Bachelet.
Otro gran tema dentro del tema que significa la píldora del día después tiene que ver con el aspecto moral y ético. Hay quienes sostienen, sotana en ristre, que atentar contra cualquier forma de vida (hablemos post fecundación del espermio y el óvulo) es lisa y llanamente, un asesinato. Asesinato del que no se escapan los seres no deseados y concebidos, por ejemplo, en una violación.
Personalmente, así como lo expuso Tohá, soy partidario de que se entregue a todo evento la píldora. Cada quien sabrá asumir las responsabilidades y consecuencias de ése acto. Y ello, por lo demás, no interfiere en la decisión que quienes están en contra de la píldora porque ésas personas no recurrirán a ella, pero eso no le puede quitar la posibilidad a quien sí la necesita, de hacerlo. Es un tema de justicia social, de ayudar a quienes viven hacinados y por eso se embarazan con un primo, con un tío o con un vecino que después ni se acuerda del tema. Se trata de una solución para aquellas mujeres que no tienen acceso al ginecólog como sí lo tienen aquellas afortunadas mujeres de clases acomodadas. Se trata, en definitiva, de una ayuda práctica que frena de algún modo, el círculo vicioso de la pobreza.
Desde otro punto de vista, es interesante que se pongan éstos temas sobre la mesa. Especialmente cuando los precandidatos parecen estar cubiertos por el mismo manto, casi uniformados bajo una misma mirada. Éstos pequeños aspectos son los que ayudan a identificarse o a apoyar a tal o cual.
Por lo demás, si el comando de Alvear quería debatir temas, hablemos de la píldora del día después. Integremos a Lavín al foro y así tenemos la visión de los tres de un solo tiro. Estoy esperando ese día, ansiosamente.