Éstos gallos no aprenden. No hay caso. Y eso que la academia les dio más de una pista al respecto, les mostró el camino, les aclaró la película con los premios a Million Dollar Baby y a Mar Adentro, cuyo denominador común es, adivinen, la eutanasia. Hasta Michael Moore hizo lo propio (ya entenderán), pero no. En los feudos de Ronald Mc Donald no hay lugar para el libre albedrío, no hay espacio para la autodeterminación y, como si se tratara de una colona alemana, la pobre Terri no puede decidir por sí misma. Atroz.
Terri Schiavo era una joven como cualquier otra de su misma edad -27 años- hasta que una descompensación potásica en su sangre le provocó el paro cardíaco que dejó de oxigenar su corazón que, a su vez, la dejó como la hemos visto en la TV: vegetal.
Antes de ser conectada a los tubos que por más de quince años la han sujetado a la vida artificial, y en los plazos prudentes para ello, su propio marido también esperó el mismo milagro que los conservadores recalcitrantes alegan afuera de su casa y de los tribunales. Pero como dios no se acordó de sus plegarias y desvaneciéndose como una vela en la playa, Terri dijo explícitamente que no quería vivir como, de hecho, lo está haciendo.
Su marido, cual Ramona Maneiro, en una prueba de amor digna de tragedia griega aceptó el reto y está luchando (hasta ahora con éxito) para cumplir los últimos deseos de su esposa. Y tengo que decir hasta ahora por que, adivinen otra vez, mi querido (es broma) tocallo Jorge Arbusto, perdón, George Bush dejó la cerveza en la mesa (perdón otra vez, quiero decir interrumpió sus vacaciones) para dictar una ley que convirtiera a Terri en una lavadora que se puede conectar o desconectar a antojo.
Claro, el mandamás en yanquilandia quiere dar una señal de gobernabilidad moral, de irreprochable apego a la conciencia y dignidad cristiana. Obvio, se trata de una estadounidense y no de un afgano o de un iraquí en la cárcel tristemente célebre que no me atrevo a escribir su nombre. En éstos casos, cuando las cosas pasan en casa y no lejos de ella, es necesario dejar el control remoto de lado y aparecer, en vivo y en directo, tomando cartas en el asunto. Y si todo eso se hace dejando el merecido descanso de lado, oh! qué buen presidente tenemos, dirán los gringos.
Lamentablemente, mis estimados socios comerciales (no se olviden que tenemos TLC con EE.UU.) les tengo que decir que no, que vuestro presidente, un alias de dios en la tierra juzgando su actitud grandilocuente y magnánima en los rincones más alejados del planeta, no actúa bien. Bush no obra de buena manera ¿saben por qué? porque no deja morir a los que sí quieren hacerlo y no hace nada por aquellos que, efectivamente no quieren morir. ¿Me explico?
La otra noticia proveniente de los Estados Unidos tiene que ver con una secuela de la matanza ocurrida hace unos años en Columbine (ahora entienden lo que les dije sobre Michael Moore). Otro desadaptado, otro chico malo, un G.I. Joe en potencia agarró sus armas, algo no muy difícil de hacer por esos lados, y descargó sus cartuchos sobre compañeros, profesoras y guardias de seguridad. Resultado: nueve muertos incluido el orate. ¿Dónde está, en este caso, el mismo derecho a la vida que se defiende con tanto ahínco en el caso de Terri Schiavo?
Para vuestra desgracia socios, les tengo que informar que casos como el ocurrido en Minnesota (del que aún no se tienen nombres, motivos ni detalles como ésos) van a seguir ocurriendo así con la seguridad que la noche sigue al día. Sí, y no me alegro de aquello. En la medida que su presidente, G.W.B. siga haciendo de las suyas y esté, como parece que lo está haciendo, tirando dardos a un mapa sobre la pared para decidir dónde atacar de nuevo, matanzas a nivel local van a seguir sucediendo.
Dejen morir tranquila de una vez por todas a Terri y preocúpense más de los jóvenes que ven con idolatría cómo los soldados con la bandera de las estrellas y las franjas pegada al brazo, mata y mata gente inocente. En serio de los digo.