Básicamente porque estamos en Chile, porque somos chilenos y porque las protagonistas de esta historia pretenden, ni más ni menos, presidir la república; el asunto es como es. Digo que en pocos lugares más que en Chile, el eufemismo, la sacada de poto a la jeringa, el uso de la tangente para llegar al punto es tan aceptado. Llegó el momento más esperado por el mundo, el mundillo político (hasta se habló de un momento histórico para el país) y su consiguiente avalancha de análisis, encuestas y discusiones al respecto y nadie, nadie, ha puesto los puntos sobre las íes. Al menos en lo que a la falacia del nombre se refiere.
Debate, así tal cual, es plantearse con posiciones distintas sobre un mismo tema. Vi todo el programa (que por lo que entiendo fue una constante a nivel nacional. Contra los pronósticos más agoreros, el rating fue especialmente alto) y jamás vi debate. Lo que sí vi, fue un interrogatorio, un cuestionario, algo parecido a una interrogación oral de educación cívica, pero no un debate. Debate es otra cosa y no lo que se vio en el programa de anoche.
Insisto en la denominación de programa de TV porque fueron los canales que lo transmitieron, el 7 y el 13, quienes pusieron las reglas del juego. Ellos decidieron qué periodistas debían interrogar a las precandidatas, bajo qué formato, con qué moderador y en qué lugar. Y ya que hablo de esto, dos palos. Uno para el director de la transmisión, gracias a quién nadie pudo ver el saludo inicial de las interrogadas (uno de los primeros atractivos en este tipo de casos) y otro para Bernardo De la Maza, un nerviosísimo Bernardo De la Maza. A esta altura del partido, da para pensar que Ceciia Serrano era el muñeco y De la Maza el ventrílocuo).
Creo que tanto Amaro como Constanza, Consuelo, Mauricio y, sobre todo Nibaldo estuvieron bien, muy bien diría yo. Siento que correspondieron, en circunstancias especialmente difíciles por el protocolo y la rigidez del caso, a esa imagen atrevida y desenfadada de la prensa cuestionadora, que no es otra cosa que el traspaso de roles desde el ciudadano común y corriente al periodista. La cantidad de veces que dijeron "siento que no me respondió la pregunta" obedece a la misma cantidad de veces, quizás un poco menos, que en las mismas casas dse dijo lo mismo. Bien por el gremio.
En cuanto a las candidatas en sí mismas, y contextualizando el programa en el espacio y en el tiempo, se confirmó lo que todas las encuestas dicen, incluso después del "debate". Michelle Bachelet se ve, lo que no significa que efectivamente lo posea, con más aplomo, más seguridad y con más soltura. Soledad Alvear, en cambio, se vio mucho más robotizada (empezando por el maquillaje) y mucho más tensa. Cierto es que las preguntas hacia ella fueron mucho más comprometedoras, pero así como pasa en un partido de fútbol, la precandidata de laDC no pudo desmarcarse, quitarse el stopper de encima y terminó jugando mal el partido.
Si este tipo de ejercicios pretenden favorecer a la candidata Alvear, después de las encuestas (que le dan más apoyo y mejor calificación a Bachelet) se debería pensar mejor el punto. Más de veinte puntos en las encuestas son muy difíciles de revertir, sobre todo después de este paso en falso. Distinto sería si los sondeos posteriores demostraran que la calificación del público para con Soledad Alvear mejoró después de lo de anoche en Hualpén. Pero no. Por el contrario, la foto sigue siendo igual y, tal como lo dijo Bachelet, el tema ya da para película, una película que podría llamarse "La candidata de la Concertación es Michelle Bachelet" o mejor, más simple y directo "Bachelet, la candidata".