Cansado de soportar los dimes y diretes, chispazos que muchas veces pudieron provocar grandes incendios, Joaquín Lavín actuó como un padre de familia que castiga a sus hijos traviesos dejándolos sin el plato favorito. Haciendo un gesto especial, se preocupó personalmente de pedirle a Pablo Longueira que dejara la presidencia de la UDI. A Sebastián Piñera en cambio, sólo lo llamó por teléfono para comunicarle la decisión.
Desde ése entonces, Sebastián Piñera se preocupó de las ballenas azules en Chiloé, de hacer navegable el Mapocho, de comprar Chilevisión y de pasear en helicóptero junto a Douglas Tompinks. Uno de los empresarios más exitosos del país, pese a las sospechas, no era feliz con todo ello. Piñera es un político y como tal, fraguó lentamente su regreso a la arena.
La ocasión elegida fue el Consejo Nacional de RN. El lugar, Espacio Riesco. Y como si se tratara de una velada en el Caupolicán, cuando Piñera ingresó en el recinto, la fanaticada vitoreó su nombre como en los mejores tiempos. "Se siente, se siente, Piñera Presidente". Así, un par de horas después, con los votos en la mano, Sebastián Piñera puede volver a presentarse como candidato a la presidencia. Nada nuevo bajo el sol, dirán los escépticos de siempre. Desde que terminó la dictadura que Piñera es una carta de la derecha, aunque también podría decirse que es una carta de la centroderecha. Sin embargo, esta vez la situación es distinta.
Piñera escogió el peor de los momentos para volver a aparecer, como una sombra negra, sobre la imagen de Joaquín Lavín. El ex alcalde y candidato permanente de la UDI y hasta el viernes, de la Alianza, no logra convencer y las encuestas así lo demuestran. Pese a que Lavín se ha atrevido a poner sobre la mesa temas tan extraños y distantes para un candidato conservador como la distribución del ingreso o su increíble desafección con Pinochet, los números no avalan tanto esfuerzo. Piñera en cambio, hace un mes atrás, aparecía como uno de los políticos con más futuro y, ceñidos a la verdad, nunca ha dejado de serlo.
Lo anterior, sin embargo, no significa que Piñera ansíe llegar a cualquier precio a La Moneda. Lo que sí creo es que el empresario está empecinado en evitar, a toda costa, que Lavín ocupe ese lugar. De otra manera no se explica por qué ahora lanzarse a la piscina. Por qué revolver el gallinero ahora, justo cuando en la derecha se jactaban de la disciplina aliancista y cuando una de las supuestas fortalezas del bloque era tener un candidato definido desde hace tiempo y no dos, mujeres más encima, como pasa con la Concertación. ¿Por qué?
Piñera no olvida. Piñera sabe que en la política, así como en la vida, todo da vueltas y ahora es su turno. Jugó una carta que puede traer insospechadas consecuancias. Los más alarmistas ya hablan de un quiebre definitivo en la Alianza. ¿Primarias en la derecha también? ¿Qué pasará con Lavín? ¿Llegarán dos candidatos a diciembre? ¿Qué dice la DC? ¿Les conviene? Todavía es muy temprano para responder tantas preguntas. Lo que sí está claro es que desde este sábado se movió el piso y nadie puede asegurar quién va a seguir parado.