Estoy recargado, con pilas otra vez.
Me levanté temprano, antes de las 8 porque mi vejiga así lo exigía. Sin embargo, la mañana fría, me devolvió a las sábanas y dentro de ellas, a la yapa, un par de horas más de sueño. Bien.
Me desperté cerca de las 10. Agarré el diario, lo hojié con parsimonia, como quien guarda alimento para el resto de la jornada. Tomé desayuno y en ése momento de decisión, cuando uno sale de la cama y se pasea en pijama un par de minutos por la casa, lo decidí. No me iba a duchar, no me iba a levantar, iba a salir sólo lo justo y necesario.
Vi fútbol. Español y argentino. Vi Fórmula Uno y tenis. Un poco de rally, la entrevista de Lûbert (ja, ja,a ja) y rematé con el Clásico del Domingo. Quedé con los ojos redondos, pero no me arrepiento de nada. Hace tiempo que no lo hacía.
Además, igual hablé con mi polola y me puse al día con los diarios y las revistas. La Paula de esta quincena está especialmente interesante, con las Qué Pasa y con El Gráfico de marzo, con la nota a Passarella en la tapa.
Leí un poco del cuerpo de Reportajes, algo de la crónica nacional, algo de las cartas al director y así, un buen poutpurri de columnas de opinión (¿Ya leyeron a Lavín en El Mercurio?), reportajes y entrevistas, todo lo que un periodistas más o menos informado debe leer y hacer.
Pedí pizza. Mediana no más. Carne, jamón y aceitunas. Notable. Después, cuando el sol se retiraba a sus aposentos, salí a comprar el pan, como para romper el sedentarismo de la jornada. Me puse un bermudas sobre el pijama y listo.
Lo pasé bien. Hacía tiempo que no me daba éstos gustos. Como decía la vieja canción de Soda "De vez en cuando viene bien". En serio.
*FOTO: REUTERS