Menos mal que hoy es feriado porque así puedo descansar un poco. Claro, el fin de semana estuvo lleno de fútbol y sobre eso les quiero hablar un poco.
El sábado acompañé a
los ganadores del Shot Like a Pro a La Pintana primero y al Monumental después. En el primer estadio, qué más puedo decir si con decirles que una soga plástica delineaba las pseudo tribunas de prensa, un par de metros cuadrados para que las radios más importantes del país, una al lado de la otra, sin una muralla o algo que filtrase el ruido, emitieran sus transmisiones. Impresentable.
Un estadio sin estacionamientos, en donde un furgón escolar era la boletería, en donde no había una marquesina para aplacar el infernal calor de la primavera santiaguina, un estadio chico, de malos y peligrosos accesos lisa y llanamente no puede ser escenario de una seminfinal del torneo. En fin.
Terminó ese somnoliento 0-0 y partimos al Monumental... ¿Problemas? A la orden del día porque la reventa o falsificación de entradas fue escandalosa y lo único que se podía ver eran espaldas o cabezas. Otra vez impresentable.
Yo no entiendo para qué tienen a tanta, pero a tanta gente con una credencial que los certifica como distintas autoridades dentro del estadio -y este palo también va para Carabineros- si nadie es capaz de controlar que por lo menos la gente no se siente en las escaleras. Y ojo que no es un tema de comodidad sino de seguridad.
Yo por lo menos tuve que ver el partido en dos mitades. Hacia el sur, en puntillas para alcanzar a ver la cancha y hacia el norte gracias a la nueva joyita del recinto, la pantalla gigante de medio millón de dólares.
Como sea, eso no quita que debe existir una zona delimitada dentro del estadio para que la prensa pueda hacer su trabajo en forma cómoda y segura. El colega de Cooperativa se encargó de echar al agua a la dirigencia colocolina y terminó viendo el partido en la galería sur, justo al lado de los forofos loínos.
Menos mal que la cosa cambió el domingo, en la jornada final del
Mundial Femenino Sub 20. Un estadio de lujo, no sólo desde los acceos sino en su interior también. Escaleras amplias, ascensor, zonas de alimentación en las que no se ven los sánguches de potito sino unos muy bien cuidados hot dogs de estación de servicio, cabritas y helados bien helados y no a medio derretirse. Un lujo.
En lo netamente profesional, la atención de los voluntarios fue digna de una final de Copa del Mundo. Con decirles que ni bien terminaba el primer tiempo, pasaba una joven con las estadísticas del primer tiempo impresas para tenerlas a mano.
Todo ello claro está, en una zona de prensa amplia, perfectamente delimitada, con wi-fi y electricidad, a la sombra, cerca de la cancha y de la salida, con baños limpios, con lockers para dejar otras pertenencias y así, una serie de detalles que hacen del trabajo una actividad algo más agradable.
A ver si esto del mundial nos deja una buena lección y de una vez por todas nivelamos hacia arriba. No es tan difícil, es cosa de proponérselo no más. Querer es poder.
Etiquetas: Fútbol, Medios, Mundial 2014, Yo